martes, 23 de junio de 2009

Injerencias extranjeras en Irán

Una vez más están los intereses extranjeros desestabilizando un país, en este caso Irán, y todo por una aberración para con Ahmadineyad.

Y ahí están todo el día con que si las elecciones están amañadas, que si tal que si cual. La prueba fundamental del amor que profesan los iraníes por su actual presidente lo ha hecho público el Consejo de Guardianes de la Revolución. Según sus estimaciones hubo unos tres millones más de votos que censados. Eso lo que demuestra es la devoción con la que fueron a votar los iraníes y no que las elecciones estén amañadas.

Y lo de la supuesta represión... otra mentira más de los países extranjeros, en realidad, allí las cosas están tranquilas, es sólo la prensa extranjera que quiere derrocar al régimen la que se inventa esas historias.

Una vez más con sus actos, los luchadores por la libertad de sus pueblos frente a las agresiones externas dejan claro su verdadero compromiso con esa libertad que defienden.

PD: cualquier semejanza con II, PCTV o cualquier otra combinación de 3 o 4 letras es pura coincidencia. Ellos sí son verdaderos protectores de la libertad de su pueblo.

martes, 16 de junio de 2009

Extraño fenómeno

¿Por qué será que no hay blogs interesantes escritos por extranjeros en Alemania?

jueves, 4 de junio de 2009

Temo por mi salud

Érase que se era un pringao muy pringaete que decidió volar con Iberia. Nuestro pringaete se levantó una mañana de enero (digamos el 5) a las 4:30 de la mañana para coger el avión que le llevaría de vuelta a su casa en el extranjero.

Se levantó tan pronto porque su avión salía del aeropuerto (pongamos por ejemplo Pamplona) a las 6:50. Así entre legañas y bostezos tomó un rápido desayuno, se subió al coche y se fue al aeropuerto que queda a una hora de su casa. Tan pronto a la mañana no hay tráfico pensó, y con un vuelo tan pronto y un aeropuerto tan pequeño no habrá mucha gente y una hora de antelación bastará.

A esto ocurrió que nuestro amigo el pringaete llegó a su hora al aeropuerto de Pamplona. Aún estaba oscuro y hacía frío, pero en un acto de arrojo y valentía salió del coche y se dirigió a la terminal casi vacía a través del tenebroso parking del aeropuerto, poblado de vacilantes sombras y seres extraños con ojos cuasi cerrados y andares erráticos.

Según se acercaba a la incandescente luz de la terminal, nuestro pringadete se llenaba de coraje y alegría al haber llegado sin contratiempos a la cita con su amada vía aérea. Pero toda esta alegría se vino abajo al comprobar que el malvado ogro navideño había secuestrado su vuelo.

Inútilmente nuestro amado héroe buscó al guardián de la puerta del equipaje, no estaba allí, y a lo único que podía aferrarse era al cartel informativo en el que se anunciaba la cancelación del vuelo.

Minutos después, tras una angustiosa espera, el guardián de la puerta del equipaje de Iberia apareció como aparecen los seres elevados, discretamente, sin hacer ruido, observando a la angustiada plebe intentando no soliviantar su ánimo. Y con flema profesional se dedicó a recolocar al resto de pringaetes y pringaetas que se habían quedado sin vuelo.

Nuestro pringaete tuvo la fortuna de cazar un asiento en el siguiente vuelo a Madrid donde tenía que coger su conexión para llegar a su casa en el extranjero. Pero no todo iba a ser tan fácil, pues el malvado ogro navideño lo había planeado todo, ya que el vuelo a Madrid salía a la misma hora que su vuelo al extranjero desde Madrid. Pero era su día se suerte, y consiguió la última plaza del vuelo al extranjero. ¡Hurra! Eso sí, 7 horas más tarde de lo previsto.

Indignado ante tal atropellado, ante tal osadía y brivonada por el ogro navideño, nuestro pringaete se fue a buscar al Sabio de Iberia para que le narrara los detalles de lo ocurrido y exigir una restitución a su honor.

El Sabio de Iberia, con cara de resignación tras varios días atendiendo a pringaetes y pringaetas en atención al cliente, le deslizó por la ranura del cristal mágico un conjuro para que el pringaete rellenara. Este mágico conjuro conseguiría que el malvado ogro navideño se llenara de culpa y pesar, y, en un acto de constricción, compensara al pringaete por el daño causado por sus malas acciones.

Tras rellenarlo y guardarse una copia, nuestro pringadete se sentó en las gradas del gran salón de recepciones a esperar la salida de su nuevo vuelo a Madrid dos horas después. Pero el malvado ogro navideño, oculto en su oscura guarida tenía otros planes, y así se las apañó para que el vuelo llegara y saliera tarde.

Al fin, el gran cantor hizó resonar su voz chillona y llena de ruido para que los pringaetes y pringaetas que volaban a Madrid se dirigieran al control de seguridad, donde los caballeros del arco magnético comprobaban que ningún malvado malandrín pudiera colarse y hacer daño a los pringaetes.

A su llegada al mágico recinto de la T4 de Barajas, nuestro pringadete, con un poco de resignación y mucho de sueño, se dispuso a pasar las 5 horas y pico hasta su siguiente vuelo. Pero antes de salir, como el estómago le reclamaba su peaje, decidió ir al gran oráculo de Iberia en la T4 a que le dieran el pergamino canjeable por una comida al que tenía derecho. Pero el oráculo no estaba disponible, pues una gran orda de pringaos esperaba durante horas a que les resolvieran sus problemas. El ogro navideño había lanzado un gran ataque general y los afectados no se podían contar ni con 100 manos.

Al fin, tras mucha espera, mucho sueño y mucho arrojo, nuestro pringaete llegó a su casa con la esperanza de que el conjuro tuviera efecto y el malvado ogro navideño le restituyera por sus daños.

Pero he aquí que el tiempo pasaba, los árboles, antaño desnudos empezaron a cubrirse con su verde manto. El sol, antes desaparecido, empezaba a visitarle cada vez con más frecuencia mientras el insensible frío se tomaba unas cortas vacaciones. Y sin embargo, el malvado ogro navideño no contestaba.

Nuestro amado pringaete, cansado ya de esperar a la restitución de su honor decidió contactar con el hada buena de Iberia, y así usando ese mágico instrumento llamado teléfono contactó con ella. El hada buena de Iberia, amablemente le informó a nuestro pringaete que debía reclamar su honor a través de la web de Iberia, único medio de contacto con ellos.

Y así comenzó el arduo y peligroso viaje de nuestro pringaete a través de la laberíntica web de Iberia para encontrar al anciano mago. El único capaz de ver en su bola mágica por qué el ogro navideño aún no había restituído el honor del pringaete.

Tras largas jornadas de búsqueda, de esquivar ofertas y falsos caminos, el pringaete encontró la puerta a la guarida del mago. La puerta mágica debía ser rellenada con una serie de datos imprescindibles y que de no ser escritos en el orden correcto cerrarían el camino del pringaete para siempre. Pero nuestro héroe, nuestro pringaete, en su infinita sabiduría supo dar la respuesta correcta, y tres semanas después, el anciano mago le hizo llegar su respuesta.

Pero hete aquí, que la respuesta del mago no era la propia de alguien con semejante sabiduría, sino más bien, el tipo de respuesta que alguien esperaría leer en la sección del horóscopo de un periódico. Así que nuestro pringaete, con una creciente ira tras la larga espera sin respueta del ogro navideño, y la vaga contestación del mago, se dispuso a contestar al pergamino eléctrónico del mago.

Pero su gran sorpresa fue, cuando tras finalizar su respuesta y entregarle el pergamino electrónico a la nube mesajera, esta le informó de que el mago había destruído esa dirección. Así, de esta forma, nuestro pringaete no tuvo más remedio que lanzarse de nuevo a la aventura de encontrar la guariada del anciano mago en la página de Iberia, única fuente de contacto con el malvado ogro navideño.

Y tras conseguirlo, y exigir audiencia con el anciano mago, nuestro amado pringadete se quedó esperando a que un día, el minotaruo de Iberia, llamara a su puerta para romperle las piernas.