viernes, 9 de enero de 2009

De sabios, inteligentes y no tan inteligentes.

  1. Érase que se era una persona humana.
  2. Esta persona humana creía que su país necesitaba un presidente fuerte. Alguien que pusiera orden. Un líder.
  3. Creía que el mundo necesitaba un país líder. Un país que resolviera los problemas y protegiera el mundo. Y ese país era el suyo.
  4. Creía en una justicia severa, que castigara con dureza el crimen porque es el pilar de una sociedad segura.
  5. Creía en un dios omnipotente. Un dios que castiga a los malos y premia a los buenos.
  6. Creía en una sociedad que seguía los dictados de ese dios porque sólo así se consigue una sociedad respetable y armoniosa.
  7. Creía en los árbitros. Porque de otra forma alguien podría hacer trampa y, ese alguien, debe ser castigado.
  8. Creía en un ejército poderoso. Un ejército que diera miedo y mantuviera seguro a su país y al mundo.
  9. Y sin embargo, por caprichos de la mente humana, creía en el duende de la economía.
  10. Creía que, a diferencia de cualquier otra actividad social humana que tiene que estar regulada y controlada, la economía posee sus propias reglas naturales.
  11. Que una mano invisible, la mano del duende de la economía, rige los mercados, los equilibra y evita las trampas.
  12. Pero un fatídico día un compañero de escuela le dijo que no, que el duende de la economía no existe, que son los padres.
Con la que está cayendo y tras quedar claro que el liberalismo no funciona. Que el estado debe planificar y controlar la economía para evitar las malas prácticas, trampas y errores de bulto, va el presidente de la República Checa y dice que lo que Europa necesita es más liberalismo.

Arturo Adasme Vásquez dijo: El hombre inteligente aprende de sus propios errores, el sabio aprende de los errores de los demás. El presidente de la República Checa ha demostrado no ser sabio. No sé vosotros, pero yo no quisiera comprobar si es inteligente.

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